martes, 10 de junio de 2014

¡TOMA CASTAÑA!

Érase una vez, un niño muy travieso llamado Mario. Le gustaba mucho hacerle trastadas a la gente, y lo que más le gustaba en el mundo era comer castañas, le daba igual comérselas crudas, que asadas, o gratinadas.

En el colegio, era el día de las castañas y los niños y niñas traían con ilusión el dinero para comprarlas. Como a Mario le gustaban tanto, trajo 7 euros para gastar, osea, que compró cuarenta y nueve castañas. Se comió nueve, y las otras las metió en un cubo y se lo llevó.
 
Estaba buscando a un niño llamado Luis, un niño al que siempre le hacía trastadas, buscó y lo buscó, no me extraña que no lo encontrara ya que Luis llegó más tarde porque no podía comérselas debido a que les tenía alergia. Mario se enfadó pero guardó el cubo en la clase para hacerle la trastada más tarde. Luis llegó a clase cuando empezó el recreo y se quedó allí leyendo un libro. Sonó la música y todos los niños subieron escaleras arriba para seguir comiendo castañas, subió Mario y al verlo, le echó una mirada desafiante. Cuando sonó la música de salida Mario le echó el cubo de castañas encima a Luis y todos los niños gritaron... iToma castañaaaaaaa!

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