Érase una vez, una princesa que se llamaba Emma y que un día se enfadó con su madre, la reina, porque estaba todo el día diciéndole que se pusiera derecha, que guardara los modales...
Un día, Emma ya harta de oír a su madre, se fue a una laguna cerca de palacio y se escuchaba una voz, pero ella no veía a nadie por los alrededores...Seguía oyendo la voz y se dio cuenta de que un sapo era el que estaba hablando y le estaba diciendo:
- Podría darme un beso, soy un príncipe al que una bruja le ha hechizado, si me lo das podría volver a ser un príncipe- dijo Eadric.
Ella le dio el beso pero como llevaba un brazalete al que si le hechizaban el hechizo caía en la otra persona, puesto que el hechizo lo tenía él, le rebotó a ella, así que emprendieron camino buscando a la bruja que les había hechizado para que les quitase el conjuro.No la encontraron ya que como era muy mayor, a lo mejor había fallecido. Así que se volvieron al castillo, porque su tía Grassina era bruja. Cuando llegaron se fueron a la habitación de Grassina, que se encontraba en la habitación más lejana de todo el castillo. Cuando entraron a la habitación le contaron toda su aventura. Intentaron remediar el conjuro, pero no les dio tiempo, porque solucionaron el hechizo después de media luna, entonces se quedaron como ranas el resto de su vida.
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